Siguiendo la programacion temática de VIAJANDO POR EUROPA
os presentamos un nuevo país: Suiza, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.
Hoja Suiza
LA MAYOR HAZAÑA.
Hace muchísimos años existió un
rey que tenía tres hijos. Se sentía mayor y veía acercarse la hora de su
muerte. Tenía una preocupación: el reino
vecino era un pueblo ambicioso y bélico.
La situación era delicada y quería asegurar que su reino viviera en paz y fuera
gobernado con bondad y justicia. ¿Cuál de sus hijos sería el más capacitado
para esta misión?
Por ello, llamó a sus tres hijos
y les dijo: “Quiero que marchéis de palacio tres días y realicéis alguna hazaña
valerosa, pues tengo que decidir quién de vosotros tres será el heredero.”
Los tres príncipes cogieron sus
caballos y fueron en busca de una
oportunidad para mostrar su valor.
El primero vio un grupo de
soldados del ejército enemigo que habían atracado una gran barca en el lago.
Habían bajado y se habían internado en el bosque. Entonces
el príncipe pensó: “¡es mi
oportunidad! Puedo acercarme al barco
cautelosamente, dañar el casco y hundirlo, así el enemigo perderá fuerza. Es
una misión arriesgada, pero así demostraré
mi valor y posiblemente mi padre me elegirá por heredero.”
Y así lo hizo.
El segundo hermano también se
puso en camino y vio a unos mercaderes que llevaban una pequeña caravana de
burros y caballos cargados de
mercancías. De repente, cinco bandidos salieron de entre los árboles y rodearon
la pequeña comitiva, amenazándoles con matarles si no les daban la mercancía.
El príncipe cabalgó hacia ellos, y desenvainó
su espada. Pronto demostró su habilidad y destreza haciendo frente a los cinco forajidos, a
quienes venció y apresó. Después el príncipe custodió a los mercaderes todo el
camino hasta la población más cercana, donde, muy agradecidos se despidieron de
él y los bandidos fueron entregados a la
justicia.
El príncipe quedó contento de su
hazaña: “Mi padre estará satisfecho con
mi hazaña, he demostrado valor, habilidad y he actuado con justicia”.
Mientras tanto, el príncipe más
joven iba cabalgando buscando su oportunidad.
Era mitad de tarde del tercer día;
llegó a un punto elevado del camino desde el que se divisaba una vasta
extensión. Detuvo su caballo y oteó el
horizonte en silencio. Todo estaba en calma. Resignado tiró de las riendas del caballo y dio media
vuelta para volver. No había tenido suerte, no había tenido ocasión de realizar
ninguna hazaña.
Decidió regresar por otra senda, más estrecha, que se adentraba
por el bosque. No llevaba mucho rato cuando oyó un ligero gemido no muy lejos
del sendero. Al dirigir la mirada hacia aquel lugar, pudo ver un caballo
lujosamente engalanado. Sin duda algún
rico y noble caballero habría ido de cacería y se habría lastimado. Efectivamente, al irse acercando vio a una
persona elegantemente vestida tendida en el suelo y gimiendo de dolor. El
príncipe bajó del caballo. El desconocido no podía levantarse,
parecía tener la pierna fracturada. Cruzaron sus miradas y ante los emblemas que
ambos ostentaban se dieron cuenta que
ambos se encontraban ante el príncipe del reino vecino. El herido quedó paralizado, consciente de ser presa fácil de su enemigo. ¿Qué haría su
adversario? Se miraron en silencio.
Entonces, el príncipe deseoso de hazañas,
desenvainó su espada y… la lanzó muy lejos. Luego tendió la mano a su enemigo y
le dijo: “No temáis, os ayudaré”.
Le enderezó la fractura y le
entablilló la pierna dándole licor para
disminuir el dolor. Le subió a su cabalgadura y
emprendieron la marcha. Llegaron hasta un monte desde donde se divisaba
muy próximo el castillo del reino vecino. Una vez allí, se dieron la mano y se despidieron.
Después de seguir con la mirada
su llegada al castillo, nuestro joven príncipe dio la vuelta y galopó hasta
volver a su hogar.
Al día siguiente el rey convocó a sus tres
hijos y después de escuchar el relato de sus tres hijos, concluyó: “¡Cuánto me
alegro de escucharos y de comprobar vuestro valor” . Y llamando al más joven,
puso su mano sobre el hombro y añadió: “Tú serás el heredero, pues el valor más
grande es el de vencerse a uno mismo, pensando más en el bien del otro que en enaltecerse a uno mismo. Ese gesto que
has tenido demuestra un corazón noble,
una valentía y fortaleza superior que traerá la paz y la amistad entre
los dos reinos. ”
No hay comentarios:
Publicar un comentario