viernes, 31 de enero de 2014

VIAJANDO POR EUROPA: FINLANDIA. Vale más ser que tener.



Siguiendo la programacion temática de VIAJANDO POR EUROPA 
os presentamos el primer país: Finlandia, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.

Enlace para el dibujo:Hoja Finlandia
Ellos pueden buscar los datos que faltan.


CUENTO:  LA VERDADERA RIQUEZA

Hace muchísimos años vivía un rey poderoso en este lejano país.  Le gustaba el lujo y las riquezas.  Convocaba grandes fiestas en su magnífico castillo, a las que invitaba a otros ricos caballeros  y nobles para lucir sus ostentosas salas y ricos trajes. Pero su joya más preciada era su hijo. Era un joven fuerte, valeroso, extremadamente respetuoso y amable con su padre. El rey no podía estar más orgulloso y satisfecho de él;  era, además, un vivo retrato de su difunta esposa.
Llegó un tiempo en que el rey se sintió mayor y cansado y vió el momento de casar a su hijo y hacerle heredero de cuanto él tenía. El rey deseaba encontrar alguna dama de la nobleza suficientemente bella y digna para su hijo, pero ¿la encontraría? ¡Tenía en tan alto concepto a su hijo! A este fin el rey empezó a realizar una nueva serie de fiestas palaciegas donde acudían numerosos condes y duques con sus respectivas familias. Después de haber invitado a todos los nobles conocidos, el príncipe reveló a su padre que ninguna  de las jóvenes visitantes había atraído su corazón. ¿Qué podía hacer el rey? Se le ocurrió entonces realizar una gira por su reinado, visitando los condados más alejados con los que sólo mantenía relaciones a través de los mensajeros reales. Podría ser una oportunidad de conocer a todos sus súbditos, mostrar su preocupación por ellos y al mismo tiempo, conocer nuevas doncellas.
El rey informó a su hijo de sus intenciones, mandaron mensaje de esta visita a todos los condados y empezaron los preparativos.  Escogieron sus mejores trajes y llenaron los arcones de regalos para ofrecer. Cuando todo estuvo preparado, salió un pequeño séquito acompañando la carroza real.
Cuando llegaban a un palacio se alojaban allí durante unos días. Todos mostraban agrado por tan honorable visita y los atendían magníficamente. Padre e hijo disfrutaron de las estancias y aprovecharon la oportunidad para mostrarse cercanos a estos súbditos desconocidos, brindándose generosamente a ayudarles en los problemas que tenían, porque también es cierto que  el rey era un hombre preocupado por su pueblo.
Así pasaron los días y los castillos, pero la anhelada dama no era encontrada. A pesar de haber conocido jóvenes atractivas y ricas, el joven no se sentía atraído por ninguna. Incluso el mismo rey, compartía este sentir… faltaba algo. Aunque el viaje estaba siendo  muy positivo en cuanto a relaciones diplomáticas, la esperanza del padre iba decayendo; a pesar de todo intentaba mostrarse igual de animoso.
Por fin iniciaron el viaje de vuelta a su castillo. Se había intentado todo. El rey estaba desanimado y contrariado.  A eso del medio día, la carroza real pasaba por un camino cerca de un río, cuando una de las ruedas se salió de su eje.  El carruaje cayó pesadamente al suelo y partió varias de las tablas principales. La comitiva paró y el rey malhumorado ordenó que lo arreglaran inmediatamente. Éste se sentó bajo una sombra y el príncipe prefirió dar una vuelta por aquel paraje, que, por ser primavera, resultaba especialmente bello. Anduvo por un pequeño sendero que discurría junto al río.  Al cabo de un rato, distinguió a una  joven que lavaba en el río, al otro lado de la orilla. Lo hacía con destreza, y el cuadro le pareció agradable. Sin embargo no pudo contemplarlo  mucho, pues ella, ajena  a ser observada, terminaba su tarea y recogiendo ágilmente la colada en su cesto, se marchó.   El príncipe quiso haberse dirigido a ella, pero cuando quiso reaccionar se había perdido entre los árboles.
El príncipe volvió al lugar donde habían dejado la carroza. El rey estaba cada vez más enojado pues los vasallos le habían dicho que la carroza no podía ser reparada sin un nuevo eje y tablas de una pieza. La única solución era encontrar un hostal en el pueblo más cercano y  alojarse allí hasta que un herrero y un carpintero  pudieran suministrar las piezas necesarias y arreglarlo. Un par de soldados marcharon a caballo. Sorprendentemente volvieron muy pronto,  ya que muy cerca de allí había un pequeño hostal a las afueras de una sencilla aldea.
¡Cual fue el asombro de los hostaleros al ver llegar allí  al mismísimo rey y su hijo, junto al pequeño séquito! Rápidamente acondicionaron todo  el local lo mejor que pudieron. Afortunadamente, los numerosísimos regalos con los que iniciaron su viaje ya habían sido ofrecidos,  pero  a pesar de ello  el pequeño hostal a penas daba cabida al equipaje y a los huéspedes. Todo la tarde el rey estuvo de muy mal humor, por el fracaso de su viaje, por el incidente de la carroza y porque con todo ello no había podido comer, con lo cual tenía un hambre canina. Cuando llegó la hora de la cena, bajaron al comedor  y su ánimo empezó a cambiar cuando la hostelera le sirvió aquella cena tan bien preparada. Fue de su gusto y al felicitar a la hostelera, ésta contestó que realmente la cocinera había sido su hija, a la que el rey mandó llamar  para felicitarla. Entonces apareció una agradable jovencita, que resultó ser, para sorpresa del príncipe, la que encontró lavando en el río. Se alegró de volverla a ver.
Todos se retiraron a sus aposentos y a pesar de no encontrarse en las espaciosas estancias donde acostumbraban, aquel lugar resultaba agradable y acogedor.
Al día siguiente los criados del rey le notificaron que la carroza estaría lista en tres días. ¡Tres días! ¡¡Tres días!! Pero… ¿qué iban a hacer allí tres días? El príncipe recibió la noticia con agrado, se encontraba a gusto allí. El hostalero se ofreció a enseñar a pescar a sus majestades en el río. El rey aceptó, por matar el tiempo. El hostalero resultó ser un agradable maestro y compañero de pesca, de buena y grata conversación.  Después de un rato, mientras esperaban  pacientemente la pesca, el hostalero se disculpó, pues tenía que atender a los animales del establo. También estaba construyendo un pequeño murete, para ampliar la cuadra. Tenía, pues, mucho trabajo.  Padre e hijo quedaron  solos y en silencio y en el rato de espera contemplaron el paisaje. Era realmente bello, respiraron hondo, realmente se estaba muy bien allí. Contemplaron un pequeño jardincillo que lindaba la casa, las flores eran preciosas, muy bien cuidadas,  podría decirse que sus jardines reales casi podrían sentir envidia.  También la casa estaba muy bien arreglada, sencilla pero cuidada con esmero.
Llegó la hora de la comida, que resultó nuevamente exquisita, muy del agrado de su majestad. Bueno, a pesar de todo, la estancia en aquel lugar estaba proporcionado al rey un auténtico descanso. Por la tarde el príncipe pidió un caballo para ir a cazar, los vasallos fueron con él; sin embargo el rey prefirió dedicarse a la pesca, le estaba gustando, pues por la mañana había conseguido una buena pieza y estaba realmente satisfecho.  Aquel silencio y soledad le estaban gustando, nunca la había experimentado, ya que en la corte siempre había trajín, conversaciones superfluas  y diez criados alrededor atentos a su  más mínimo deseo. Se sentía libre, tranquilo… En esto, uno de los hijos del posadero, aún pequeño, jugaba cerca del río con una pequeña pelota de cuero que su madre le había confeccionado. La lanzaba al aire cuando una de las veces se  quedó enganchada en las ramas de un árbol. El niño se quedó mirando con pena, clavado en el suelo. Miró al rey, miró la pelota. Entonces el niño corrió hacia el rey y le dijo con naturalidad: “Señor, ¿usted me podría coger la pelota…?”   Aunque nunca el rey había tenido que servir a nadie, el trato tan confiado y espontáneo del niño le produjo un nuevo sentimiento agradable.  Probaron con piedras, probaron con palos… y mientras, entablaron amistad el niño y el rey, que por primera vez en su vida sentía que alguien le  trataba con total naturalidad, sin ningún condicionamiento por su rango de rey. 
Por la noche comieron muy a gusto el gran pez que el rey había pescado, que, claro, opinó que era el pescado más exquisito que jamás había probado.
Al día siguiente, los criados reales se acercaron al pueblo a ver el estado del carruaje. Padre e hijo pasearon un rato junto al río y al volver vieron a la joven arreglando su pequeño pero precioso jardín.
-          Señorita, tiene usted el jardín más hermoso de la tierra- dijo el príncipe- Me gustaría ayudarla…
-          ¡Oh, no, mi señor, usted es un príncipe!- y haciendo una graciosa reverencia, se retiró discretamente.
Entonces el príncipe comentó a su padre: “Padre, realmente ser príncipe es un poco aburrido, no puedes hacer nada, con mucho gusto la hubiera ayudado… “.  El rey se encogió de hombros ¿quizás él pensaba lo mismo?
Se pusieron a pescar y desde allí observaban al  hostalero que seguía construyendo  el murete de la cuadra. Aún le quedaba mucho, pues el pobre hombre tenía mucho trabajo con los animales, huerto… y este otro trabajo iba adelante poco a poco.  Observaron como hacia la mezcla de barro y como iba disponiendo las piedras, parecía fácil y sencillo.
Después de la comida, buscaron una sombra para leer plácidamente. De pronto se oyeron unas voces apuradas. Era el hostalero, que gritaba preocupado. El pequeño asno que tenían había entrado al río en una parte algo profunda, y se estaba hundiendo. Aunque el buen hombre tiraba de él con una cuerda, era incapaz de sacarlo. Los dos únicos vasallos que estaban en ese momento en el hostal  corrieron a estirar,  pero no parecía ser bastante. Padre e hijo, sintieron instintivamente la necesidad de ayudar. Corrieron hacia allí y empezaron a tirar del animal. No escatimaron esfuerzos, incluso se metieron en el agua para conseguir algo. Por fin lo lograron.  El hostelero no salía de su asombro y dio mil gracias a sus majestades, pues indudablemente el asno se había salvado gracias a su ayuda.
Por la noche, tras la cena, la familia del hostalero estaba junto a la chimenea, como era su costumbre. Se acercaron a despedirse antes de retirarse a dormir. Allí  la joven estaba bordando una linda mantelería. Al rey le gustó y se ofreció a comprárselo, admirando el gusto y buen arte que tenía.
Aquella noche el rey no pudo conciliar muy bien el sueño. Experimentaba algo nuevo. ¿Qué  había en aquel lugar?  Se estaba muy bien. Se levantó muy temprano, cuando todo el mundo aún dormía y se puso a pasear sólo junto al río, sintiendo de nuevo aquella sensación de libertad que tanto le llenaba.
Se acercó al establo y vio el murete en construcción.  Vio también el cubo con la tierra, la pala y las piedras. Tuvo la irresistible tentación de continuar.  Sabía cómo hacerlo pues  había observado al  hostalero con atención aquellos días. Se puso manos a la obra. En una hora había adelantado mucho. Se sentía profundamente satisfecho.
Apareció el hostalero: “¡¡Majestad!!” Pero el rey ordenó: “Venga, hoy tenemos que acabarlo, que si no se volverá a escapar el asno”  y el sorprendido hostalero no tuvo más remedio que obedecer.
A la hora de comer el rey estaba pletórico de gozo. Sentía por primera vez el maravilloso sentimiento de sentirse útil, de estar cansado por ayudar a alguien… además la comida le sabía a gloria, pues estaba realmente hambriento.
Aquella noche cuando se acostaba, la última frase que dirigió  a su hijo fue: “ Y nos ha quedado bien, francamente bien…”  Y durmió como nunca.
Al dia siguiente, el día de la marcha, el príncipe pidió a su padre pasear junto al río, pues tenía algo que comunicarle.
-Padre, he de hacerle una petición que espero me la conceda, pues es muy importante para mí.
-Habla, hijo, habla- dijo. Se sentía tan feliz que estaba predispuesto a ser condescendiente.
- Padre,  en este lugar he reafirmado pensamientos que ya hace muchos años mi corazón presentía y anhelaba. La vida de la corte se me hace aburrida, artificiosa, las riquezas no me llenan  como a ti. He observado con agrado tus acciones de estos días, pues quizás ahora me puedas comprender. He encontrado la mujer de mis sueños… quisiera pedir por esposa a  Alice, la  joven posadera. ¿Has visto qué sencillez, qué naturalidad hay en ella? No es amiga de coqueteos, ni risas fingidas ni falsas… sino que tiene el encanto de la discreción y de la naturalidad. Vos mismo habéis observado su laboriosidad y buen hacer, su exquisito gusto y habilidad en  los bordados, sus atentos cuidados para todo, hasta  las flores parecen agradecérselo… Creo que es una auténtica mujer, capaz de llenar mi corazón. Será la  reina de más valor.
El padre escuchó en silencio. Quizás eran las palabras de su hijo las que acababan de  aclarar todos los sentimientos que  esta pequeña estancia había hecho bullir en su interior. Sí, realmente aquí había descubierto el verdadero valor de las cosas. No eran las riquezas y lujos lo que le había dado más felicidad en su vida, no. Lo había experimentado. Había gustado de la sencillez de aquel hogar, se había sentido realizado cuando pescó aquel gran pez, incluso cuando ayudó al niño a coger su pelota… ni que decir cuando se vio capaz de levantar el murete. Sí, el hombre valía más por “ser” que por “tener”. ¡Y qué armonía y  calor de hogar se sentía en esa familia! Ese bienestar nunca lo había sentido en palacio.
-Tienes razón, hijo. Nunca hubiera aceptado que te casaras con una joven llana del pueblo. Pero después de estar aquí todo lo veo distinto, muy distinto… Sí, ciertamente esa joven vale más que todas las damas de la corte que hemos visto… y te hará profundamente feliz. Sí, hijo mío, te doy mi total consentimiento.

PROGRAMACIÓN TEMÁTICA: VIAJANDO POR EUROPA.


Así como la alimentación equilibrada consigue organismos adultos sanos, una educación “equilibrada” producirá personas adultas bien formadas. 
En el campo de la nutrición, cuando algunos alimentos  no gustan tanto pero son muy necesarios por su aporte en vitaminas o proteínas ¿qué hacemos? los cocinamos de forma atractiva, o los disimulamos haciendo un “estupendo puré”. El objetivo es que entre para dentro.

De igual manera la educación procura aportar todos los valores que enriquecen a las personas.  La educación entra por los ojos y por los oídos. Hacen falta las dos vías. Necesitan ver el ejemplo en los padres, en educadores y  … bueno, realmente deberían verlo en todos los miembros de la sociedad. Además de esto, deben oírlo. Debemos encontrar maneras de llegar a ellos, hablar de tantos temas importantes:  el decir la verdad, detestar las trampas, engaños y fraudes; que no se les pegue el dinero y busquen hacer las cosas bien, como tienen que ser; ser respetuosos con TODO el mundo, independientemente de su físico, forma de pensar, raza…; saber hacerse respetar, por lo mismo; responsables con su estudio, como forma de capacitarse para que en un futuro puedan aportar su granito de arena a la sociedad… Pero todos sabemos que los niños prefieren jugar que estudiar, escurrir el bulto y hacerse los sordos antes que colaborar en casa… Nosotros como adultos, no hemos de ceder y somos responsables de su formación.  Se trata de “cocinar” más apetitosamente estos valores, para que quieran tomarlos y les hagan crecer como personas. Y lo más apetitoso para un niño es el juego, viven en un mundo de fantasía.

Intentemos “endulzar” la educación con juegos, con nuestra presencia cariñosa, con decir las cosas con respeto, sabiendo esperar el momento oportuno SIN DEJARLO DE HACER ( ¡¡vital !! ), con buen humor y  dando ánimos…  Si echamos este “azúcar”, hasta podremos aumentar la dosis de “educación”, pues se lo toman muy bien. Con el fin de ayudarnos a esto, os ofrecemos material. 


VIAJANDO POR EUROPA

Vamos a  proponer un viaje por  Europa.  Haremos un mapa de Europa en una cartulina, o al menos podemos comprar un mapa mudo de este continente. Visitaremos algunos países. Puede servirnos para aprender algunos datos de él: localización, capital, población...  Contaremos un cuento propio de ese país. A continuación  cada uno puede decir lo que más y lo que menos le ha gustado del cuento. Decimos el  mensaje que transmite y el valor que queremos trabajar. Luego cada semana, en la reunión familiar que tenemos, repasamos cómo nos va y nos lo volvemos a recordar. Va bien trabajar el mismo punto al menos un mes, para que nos dé tiempo a todos a interiorizarlo y practicarlo.  
Para cada país daremos el cuento y un enlace a un fichero que contiene un dibujo para colorear y un pequeño texto con frases relativas al valor.