viernes, 30 de septiembre de 2011

¡GRACIAS MAESTROS!



¿Cómo agradecer a los maestros la labor que realizan en nuestros hijos? Gracias a ellos y año tras año, cada maestro va “esculpiendo” la formación y hasta el carácter de nuestros niños.
En el día a día, no los vemos cambiar y crecer físicamente, pero al pasar los años nos damos cuenta de cuánto han crecido. Así ocurre con su formación. Día a día aprenden o maduran algunos conceptos, pero pasan los años y… aprenden a leer, a manejar conceptos matemáticos, memorizar, razonar, a convivir… hasta que llegarán a ser todos unos profesionales y unas personas. Y esto se lo debemos en gran parte a la labor de los maestros, que día a día, año tras año, trabajan con constancia y con ese sentido de responsabilidad y de trabajo bien hecho que les caracteriza, llegando en muchas ocasiones a hacer más de lo establecido.
¡Cuánto hemos de valorar la labor de los maestros! ¡Ojalá ningún maestro pierda su vocación, sino que, aunque pasen los años, cambien los tiempos y aumenten las dificultades la conserven siempre fresca y viva!
Padres y profesores somos un gran equipo, vamos a lo mismo, llevar a su máximo a esos niños que son nuestros y “de ellos”. El secreto de esto es mirarlos con verdadero afecto, con una mirada que, lejos de quedarse con lo primero que topan nuestros ojos (aspecto físico, comportamiento, inteligencia…), penetra y ve algo más: su valor, su personalidad, sus preocupaciones, su entorno y su sentir, sus potencialidades… y esto hace que los miremos con esperanza, con ilusión, convencidos…
Sí, esos niños darán mucho si se sienten queridos y comprendidos. Es el arte de llegar a ese punto del corazón donde ellos, libremente, activarán los resortes de sus mejores cualidades.
Y esa es la belleza de esta vocación educadora, que nunca debe caer en la rutina, pues cada niño/a es un mundo único, irrepetible, por descubrir, por llevar muy lejos… si se encuentra con alguien que le quiera de verdad. Aunque sólo hubiera un niño, ya merecería que existiera un educador.
Sí, esos niños/as dependen de nosotros, educadores: padres y maestros, por eso hemos de trabajar unidos, animarnos a no desfallecer, a no rendirnos nunca, apoyarnos y dialogar.
¡Gracias maestros!