domingo, 31 de marzo de 2013

EDUCAR NORMAS EN LA MESA. EL PAÍS DE LAS NUBES: BOLA DE NIEVE



Vamos a hablar de un punto que es bueno recordar de vez en cuando. Se trata de las normas de educación en la mesa.
Dicen que no hay nada peor que el acomodarse, pues nos acostumbramos a todo y no nos urge ponerle remedio. Por ejemplo, ante ciertos comportamientos de nuestros hijos decimos: “Son niños”. Y es verdad que lo son y hemos de tener mucha paciencia, pero hemos de trabajar para que se comporten correctamente cuando sí son capaces de hacerlo.

Es importante hablar de vez en cuando de las normas de educación básicas, en concreto ahora nos queremos centrar en las de la comida. Debemos explicarles qué cosas son correctas y cuales no lo son. Aunque les suponga un poco de esfuerzo cumplirlas, conviene que les den importancia ya que es un  acto de consideración hacia los demás evitar ser desagradables. No hemos de dar nada por sabido. Por ejemplo: no se debe hablar con la boca llena; no empujar la comida con los dedos; no picar abusiva o exclusivamente de un aperitivo; sentarse bien y sin levantarse de la silla; no coger la comida con las manos, no coger los cubiertos de cualquier manera…

Todo lo dicho puede realizarlo correctamente un niño de 6 años, exceptuando quizás el uso del cuchillo que podrá hacerlo hacia los 8 años. Hay niños que el tema de la mesa lo llevan muy bien, mientras que para otros es su gran campo de batalla, por eso tampoco podemos comparar y desanimarnos. Lo que sí debemos hacer los padres es mentalizarnos de que se necesita un entrenamiento. En el caso de coger los cubiertos correctamente y estarse quietos podemos empezar, si les resulta muy costoso, poniendo unos minutos, que podemos ir aumentando a medida que pasan las semanas.  Cualquier esfuerzo debe ser valorado y reforzado positivamente (verbalmente).

COMER DE TODO Y COMERLO TODO

Otro tema relacionado con la mesa es el de la comida.  El lema podría ser éste que hemos escrito: Comer de todo y comerlo todo. En cuanto al primer punto ya sabemos el consejo que nos dan los pediatras: no hay nada mejor que una dieta equilibrada y variada. Puede ayudarnos el elaborar un menú.   Teniendo en cuenta todas las necesidades e importancia de cada grupo de alimentos, aseguraremos esa variedad que se recomienda. Sin un menú confeccionado, es fácil caer por olvido, tendencias, gustos o por prisas en repetir más un tipo de alimentos y olvidar otros.
Importa también que se coman lo que se les sirva en el plato. Si un alimento no les gusta podemos ponerle menos, a veces, incluso, la insignificante cantidad de una cucharada. Como suele decirse, es una cantidad “simbólica”,  pues más que esperar un gran aporte nutritivo de ella, lo que esperamos transmitir con este gesto es lo importante que es comer de todo y lo aún más importante que es tener una actitud de esfuerzo por superar lo que en principio cuesta o disgusta.
Si retiramos del plato el alimento o  nunca se lo ofrecemos, crecerán con la convicción de que no merece la pena esforzarse o superar esa primera impresión de rechazo o incluso que no son capaces. Podrían privarse de algo que más tarde disfrutarían grandemente y reducir en mucho sus posibilidades de alimentación. Esta misma actitud podría repetirse a la hora de enfrentarse con una dificultad en la vida: mejor lo dejamos.
Como en muchos aspectos de la educación, la constancia y el convencimiento de los padres son los que conseguirán inculcar el hábito en los niños.

EL PAÍS DE LAS NUBES: BOLA DE NIEVE

Rayo se acerca corriendo a la  fila de clase  a la hora de  entrar al colegio. - ¡eh, Bola de nieve! ¿se puede saber qué hiciste ayer en la excursión a la fábrica, que mi madre, que ya sabes que le tocó ayudar en la salida, no hacía más que decirme:” ¡qué chico tan educado!... ¿Cómo se llama?... daba gusto verle… se lo tengo que decir a su madre, ¡qué chico, cómo se portó en la sala donde nos ofrecieron  el  pequeño almuerzo…!”
Bola de nieve se rió bien a gusto.

-¡No será para tanto, Rayo! Pero te voy a contar
porqué tengo tanto cuidado en  portarme educadamente en las comidas. Ahora me hace gracia pensarlo pero en su momento no me hizo ninguna. Cuando yo era más pequeño era bastante caprichoso y algo golosete;  ya empezaba a ponerme redondito, cosa  que  me iba muy bien con mi nombre: Bola de nieve pero… menos mal que me corregí…  Verás, resulta que me invitaron a un cumpleaños y mi madre se quedó en casa de mi amigo, charlando con la otra madre. Entonces vio como nos portábamos, la pobre dice que casi se desmaya de la vergüenza. Yo, tan pancho, pues todos hacíamos lo mismo: no comimos ni un solo bocadillo, sólo lo que nos gustaba más: cacahuetes, galletas bañadas de chocolate, patatas fritas… como desesperados, parecía que teníamos miedo de que nos lo quitaran; yo me ataqué de patatas fritas sin ningún apuro. Luego tonteamos con la naranjada, metiendo hasta los dedos y salpicándonos unos a otros  muertos de la risa… en fin, chico… ahora reconozco que  nos pasamos un pelín… ¡Ah! se me olvidaba… Granizo, el cumpleañeros, cuando llegó su madre con la tarta, antes siquiera de que  pudiera ponerla sobre la mesa, metió el dedo en ella porque le encantaba la nata. Su madre le reprochó, pero como todos estábamos loquitos riéndonos, no hicimos caso y aún otros también lo hicieron. Yo a tanto no me atreví, menos mal. Bueno, el caso es que nos volvimos a casa; yo tan feliz…

  Pero al llegar, mi madre me sentó en el sofá y me dijo:

- Bola de nieve, ¿qué tal te lo has pasado?
- Superbién- contesté tan ligero.
- Ya… me alegro mucho… Sin embargo… ¿cómo crees que te has portado? Piénsalo.

Empecé a percatarme de lo que quería decir y sabía que tenía razón, aunque yo aseguraba que no pasaba nada. Entonces ella me excusó diciendo que como era el primer cumpleaños al que iba, quizás no sabía cómo debía comportarme y  que me lo  iba a explicar para que de ahora en adelante lo hiciera bien, e incluso que también era culpa suya porque no me lo había explicado antes de ir.
Total, que me enseñó que hay que comer no sólo de lo que te apetece, si no probar varias cosas; dejar algo para los demás; no juguetear con la bebida y esperar pacientemente a que se reparta la tarta… en fin, todo. Finalmente concluyó que en el próximo cumpleaños demostraría con mi actitud si sabía ir a un cumpleaños o no. Claramente  si no sabía, no iría al siguiente. Me preguntó si me había quedado claro y dije que sí.
Cuando llegó el siguiente cumpleaños, mi madre me recordó lo hablado y allí nos presentamos. Al principio, me comporté, pero al cabo de un rato ya nos fuimos alterando. Yo comí un pequeño bocadillo y luego empecé con las patatas fritas, que me requeteencantan. Con disimulo, iba, picaba y me iba; así todo lo que quise.  Pensé que no hacía bien, pero que tampoco pasaba nada, porque los otros se portaban peor.
Cuando llegamos a casa, mi madre me volvió a sentar en el sofá y me preguntó que tal me había portado.
-Regular- dije, porque no quería decir mal.
- Yo creo que mal, cariño.
Y así, sencillamente, mi madre no me dejó ir a unos cuantos más. Te aseguro que desde entonces, me porto con educación en la mesa, aunque otros no lo hagan, porque he comprendido que es más correcto, agradable para todos y demuestro ser todo un hombrecito.

 JUEGO MOTIVACIÓN:

Podemos hacer una competición entre los hermanos de la casa, a ver quien gana una carrera muy especial.  Con una cartulina simulamos una pista de atletismo para correr. Los pasos los ponemos con belcro adhesivo y en ellos fijamos unos muñequitos (dibujados por nosotros mismos o recortados) con la parte complementaria del belcro.


 Nos vamos a poner varios propósitos a superar en la mesa; pueden ser distintos para cada niño, ya que cada uno necesita reforzar sus propios puntos débiles. Por ejemplo, uno puede proponerse no levantarse de la mesa y no coger la comida con las manos; otro  quizás, no echar para atrás la silla y no hablar con la boca llena.
Se inician todos los corredores en su vía. En cada comida o cena se adelantarán  tantos pasos como puntos distintos se hayan superado en  la mesa.  Después de varios días tendremos un  ganador, y se paralizará la carrera. Los corredores  se subirán al podium en el lugar correspondiente y en el marcador se les asignarán las  medalla de oro, plata o bronce.  Después de esto, podemos iniciar otra carrera. El marcador irá registrando las distintas carreras realizadas.