domingo, 22 de septiembre de 2013

EDUCAR LA PERSONALIDAD. EL PAÍS DE LAS NUBES: LUNA


¡Qué gran conjunto formamos todos los hombres y mujeres del mundo! Gente de todo tipo, de todos  los colores y razas, con distinta fisonomía, diversas maneras de pensar y razonar, distintas costumbres, culturas, creencias y hábitos…

Al igual que los paisajes de la naturaleza son bellos por sus toques de color y variedad, así es el  paisaje humano. ¡Una gran riqueza! A más diversidad, más riqueza.

A veces se piensa que las diferencias son fuente de problemas, pero en realidad no es así. Tener distintos puntos de mira nos puede llevar a una visión más completa de las cosas. La raíz del problema es la falta de una mentalidad abierta y respetuosa. Aún nos queda mucho camino por andar en el terreno de respetar la libertad del otro. ¡Tantos siglos de historia, y aún tropezamos con el problema de la libertad… (del otro)!

¿CÓMO EDUCAR EN UNA MENTALIDAD ABIERTA Y RESPETUOSA?
En la vida vamos a ver y oír muchas cosas, muchas formas distintas de pensar y actuar. Unas nos admirarán, otras nos dejarán indiferentes y otras nos desagradarán… Pero hemos de aprender a verlas todas ellas con respeto.
Respetarlas no quiere decir que las consideremos válidas. Indudablemente el mal, el error existen; es una realidad palpable. Esta vida es una mezcla de luces y sombras, de errores y aciertos… y  a todos nos puede afectar. De hecho, somos el resultado de una educación recibida y amasada por estos dos ingredientes: la verdad y el error.
Así como los genes determinantes de nuestros rasgos físicos se van mezclando y heredando produciendo una infinidad de personas, todas ellas distintas y variadas, con rasgos agraciados y no tan agraciados, en nuestra forma de pensar se entrelazan estas dos corrientes de aciertos y errores, que unido a los distintos temperamentos y caracteres dan como resultado personas con elementos positivos y negativos.
Visto así, TODOS tenemos elementos de verdad y TODOS tenemos elementos de error, en mayor o menor grado. Sería una presunción considerarse superior al otro. Como consecuencia debería sernos natural en los diálogos, escuchar sinceramente las distintas opiniones y no encerrarnos en las nuestras. Se trata de buscar  entre todos, lo mejor.
Deberíamos sentirnos equipo, a todos los niveles: a nivel de familia, a nivel escolar, a nivel de trabajo, a nivel de gobierno…  siempre con el ánimo de ir mejorando cada ámbito (familia, colegio, sociedad...) Mediante una actitud dialogante ir descubriendo los elementos negativos y erróneos para eliminarlos y los válidos para potenciarlos.
 Para que esto no sea una utopía debemos trabajarlo a nivel personal, en nuestro día a día, con los que tenemos al lado. ¿Cómo?

VER, PENSAR Y ACTUAR EN CONSECUENCIA.

Ver y oír con respeto,  sin miedo alguno ¿de qué?  se supone que no tenemos  ningún  interés, sino buscar  lo mejor.

Pensar, razonar…lo que me han dicho. Buscar orientación si hace falta. No engañarnos con la solución más interesada, sino la más razonable. Sólo después de esto estamos capacitados para decidir.

Actuar: Si el criterio nos parece válido lo aceptamos como propio, si no, no. Actuaremos con libertad y en concordancia con lo que pensamos. En cualquier caso he de respetar y me han de respetar.
 En la vida ordinaria, aparecen miles de ocasiones de poca transcendencia, de practicar esto, por ejemplo: Varias amigas están conversando sobre qué regalo  es el más apropiado para un profesor  que se jubila. Después de un rato sin llegar a un acuerdo se oye a una decir: “Haced lo que queráis, pero bla,bla,bla…”  y la frase lleva un tono de enfado o desprecio que revela  que de respeto hay poco (aunque diga “haced lo que queráis”) y mucho de convencimiento de que “lo que yo pienso es  mejor y vosotras no entendéis de regalos  si no aceptáis mi propuesta”.
 Si hay verdadero respeto y mentalidad abierta, esto no puede sentarnos mal. Ni qué decir tiene que si tratamos temas más transcendentales, formas de pensar, ideologías… hemos de ser aún más respetuosos. Cada uno es libre para actuar como crea que es mejor ya que estamos en una democracia.

Este es el punto vital, porque si actuamos en consecuencia, tendremos libertad y personalidad. Seremos cada uno, uno mismo. Si no, seremos personas  débiles, esclavas del respeto humano, veletas que las mueve  cualquier viento  de timidez, comodidad o  intereses… ¡qué lástima!  Perdemos la riqueza propia de esa persona.
Tampoco debemos confundir personalidad, obrar con libertad, con ser personas que no aceptan consejos de nadie.

¿Cómo distinguir lo erróneo de lo correcto?
Ciertamente bien podemos hacernos esta pregunta.  Todos estamos expuestos al error  pero puede haber pautas que nos ayudan, en general, a ver con más claridad:

-Asegurar la escucha, aunque sea haciéndome fuerza. No tener prisa.  Saber dialogar, esperar a que el otro exponga su idea sin interrumpirle, morderse la lengua si fuera preciso. No acalorarme, no pretender tener razón porque hablo más deprisa o más alto, o porque se oyen más mis argumentos que los del otro. Si  atropello, nunca podré ver claro, yo mismo me ciego, me niego la luz. Quizás la solución me la traía el otro.
Además, si me muestro violento con el otro cuando habla, demuestro que mi forma de pensar es errónea, pues no acepta el respeto como criterio.

- Tras una conversación con diversidad de opiniones, hemos de ser con nuestro interlocutor igual o  más amables que antes. Eso demuestra  respeto profundo, nunca resentimiento o prejuicio.

- Los intereses, en general, nos hacen ver las cosas cambiadas. Acostumbrarnos a desconfiar de ellos. Analizar si cuando defiendo una idea es por ella misma o porque hay un interés que me engaña (la comodidad, el tener, ese punto de orgullo que impide desdecirme…).

- LO QUE VEMOS CLARO, HACERLO. Quizás ésta sea la raíz del problema. Muchas veces sabemos lo que es más conveniente, pero a fuerza de no hacerlo nos acostumbramos y le quitamos importancia, incurriendo en el error de manera  consentida y al final actuamos habitualmente mal. Hay una frase que dice: “Vive como piensas o acabarás pensando como vives”.

Todos delatamos el consumismo, pero si me gusta algo… me lo compro. 
Todos delatamos la violencia, pero cuando me interesa, quiero conseguir algo o me canso… grito, hiero…

A todos nos parece mal la pereza, sobre todo en los hijos que no quieren colaborar o estudiar ,  pero yo…

Todos pensamos que es mejor que no haya tanto fracaso en las familias, pero cuando me toca a mí disculpar, comprender, dedicar tiempo a los otros…

 Si somos sinceros, no debemos reclamar más lucidez de la que tenemos hasta que no hagamos lo que ya está  en nuestra mano para adquirirla.

EL PAÍS DE LAS NUBES: LUNA

Estela:   Vamos a ver a Luna. Tal como es, debe estar estudiando a tope para su examen de mañana.

Alba:     Mujer, estudiar medicina no es cualquier cosa… Siempre ha sido muy constante y estudiosa, con que  ahora…

Marisol: Sí, es verdad, hemos estudiado juntas en el colegio e instituto muchos años y  cuantas veces al irla a  buscar para jugar, nos decía que no si aún no había terminado. Por bonito que se lo pintáramos, la respuesta era inamovible: primero la obligación.

Estela: Claro que luego sacaba unas notas… y aún le decíamos: ¡qué rostro  tienes, vaya notas!

Alba: Ja,ja… es verdad, como si las notas fueran una lotería… ¡Ay, qué Luna ésta, siempre tan constante, tan firme… pero tan simpática y alegre!

Estela: Ya hemos llegado… Mirad, tiene la ventana abierta. ¡Luna, Luna! ¡Asómate un ratito!

La ventana de Luna estaba casi al nivel de la calle. Aparece Luna por la ventana y sonríe al ver a sus amigas.

Luna: ¡Hola chicas! Llegáis en buen momento, llevo mucho rato estudiando y necesito un rato de descanso.

Marisol: ¿Qué tal llevas el examen? ¿Te falta mucho?

Luna: Voy avanzando, pero esto es un pozo sin fondo… ¡Hay tantas cosas por aprender! Pero estoy disfrutando, todo me resulta muy interesante…

Alba: Seguro que ya te lo sabes todo, anda, sal un ratito  a dar una vuelta con nosotras…

Luna: Uy, chica, no sabes lo que me falta…

Alba: Veo que no has cambiado…

Luna: Si luego vienes a mi consulta con un dolor ¿querrás que te sepa diagnosticar bien o no?

Alba: Ah, eso sí, clarooo….

Luna: Ay, pilla, pues por eso tengo que estudiar. ¡Anda, qué casualidad, aquel señor que pasa por allí es Don Rayos, el profesor de anatomía, el del examen de mañana…!

Se giran a mirarlo y justo una fuerte ráfaga de viento azota la calle. Don Rayos se sujeta el abrigo con fuerza y con el movimiento se le escapa una hoja de la carpeta, que sale volando sin que se dé ni cuenta… Llega a las chicas, que lo cogen y leen… ¡EXAMEN DE ANATOMÍA!

Marisol: ¡Luna!¡El examen de mañana!¡Qué suerte!
Luna se queda mirando a sus tres amigas, que parecen más emocionadas que ella.
Luna: No, chicas, gracias, no lo quiero.

Alba: Pero, ¿cómo?- mirando atónita a su amiga.

Luna: No me gusta hacer trampas. No me gusta ser falsa y engañar haciendo ver que sé lo que en realidad no sé. Déjalo, es mejor que saque la nota que sea. El examen es para medir cómo vamos de conocimientos en una materia. Si me sale bien, señal que los domino ¡Estupendo! Si me sale mal, señal que me conviene repasar y estudiar más para afianzarlos, no vaya a ser que luego tenga mala base para las asignaturas de otros años. Quiero ser una buena profesional al terminar mis estudios, no ser un fraude y tener engañados a todos.No quiero acostumbrarme a salir adelante en la vida con trampas, que luego lo oigo de otros y no me gusta nada, nada…

Estela: Luna, tienes razón… , si no lo piensa una ¡parece tan inofensivo!

Marisol: Ay, Luna ¡Qué personalidad tienes! Haces honor a tu nombre, ya que la Luna siempre ayuda a orientarse.