¡Qué gran conjunto formamos todos
los hombres y mujeres del mundo! Gente de todo tipo, de todos los colores y razas, con distinta fisonomía,
diversas maneras de pensar y razonar, distintas costumbres, culturas, creencias
y hábitos…
Al igual que los paisajes de la
naturaleza son bellos por sus toques de color y variedad, así es el paisaje humano. ¡Una gran riqueza! A más
diversidad, más riqueza.
A veces se piensa que las
diferencias son fuente de problemas, pero en realidad no es así. Tener
distintos puntos de mira nos puede llevar a una visión más completa de las
cosas. La raíz del problema es la falta de una mentalidad abierta y respetuosa.
Aún nos queda mucho camino por andar en el terreno de respetar la libertad del
otro. ¡Tantos siglos de historia, y aún tropezamos con el problema de la
libertad… (del otro)!
¿CÓMO EDUCAR EN UNA MENTALIDAD
ABIERTA Y RESPETUOSA?
En la vida vamos a ver y oír
muchas cosas, muchas formas distintas de pensar y actuar. Unas nos admirarán,
otras nos dejarán indiferentes y otras nos desagradarán… Pero hemos de aprender
a verlas todas ellas con respeto.
Respetarlas no quiere decir que
las consideremos válidas. Indudablemente el mal, el error existen; es una
realidad palpable. Esta vida es una mezcla de luces y sombras, de errores y
aciertos… y a todos nos puede afectar.
De hecho, somos el resultado de una educación recibida y amasada por estos dos
ingredientes: la verdad y el error.
Así como los genes determinantes
de nuestros rasgos físicos se van mezclando y heredando produciendo una
infinidad de personas, todas ellas distintas y variadas, con rasgos agraciados
y no tan agraciados, en nuestra forma de pensar se entrelazan estas dos
corrientes de aciertos y errores, que unido a los distintos temperamentos y
caracteres dan como resultado personas con elementos positivos y negativos.
Visto así, TODOS tenemos
elementos de verdad y TODOS tenemos elementos de error, en mayor o menor grado.
Sería una presunción considerarse superior al otro. Como consecuencia debería
sernos natural en los diálogos, escuchar sinceramente las distintas opiniones y
no encerrarnos en las nuestras. Se trata de buscar entre todos, lo mejor.
Deberíamos sentirnos equipo, a
todos los niveles: a nivel de familia, a nivel escolar, a nivel de trabajo, a
nivel de gobierno… siempre con el ánimo
de ir mejorando cada ámbito (familia, colegio, sociedad...) Mediante una
actitud dialogante ir descubriendo los elementos negativos y erróneos para
eliminarlos y los válidos para potenciarlos.
Para que esto no sea una utopía debemos
trabajarlo a nivel personal, en nuestro día a día, con los que tenemos al lado.
¿Cómo?
VER, PENSAR Y ACTUAR EN CONSECUENCIA.
Ver y oír con respeto, sin
miedo alguno ¿de qué? se supone que no
tenemos ningún interés, sino buscar lo mejor.
Pensar, razonar…lo que me han dicho. Buscar orientación si hace
falta. No engañarnos con la solución más interesada, sino la más razonable.
Sólo después de esto estamos capacitados para decidir.
Actuar: Si el criterio nos parece válido lo aceptamos como propio,
si no, no. Actuaremos con libertad y en concordancia con lo que pensamos. En
cualquier caso he de respetar y me han de respetar.
En la vida ordinaria, aparecen miles de
ocasiones de poca transcendencia, de practicar esto, por ejemplo: Varias amigas
están conversando sobre qué regalo es el
más apropiado para un profesor que se
jubila. Después de un rato sin llegar a un acuerdo se oye a una decir: “Haced
lo que queráis, pero bla,bla,bla…” y la frase lleva un tono de enfado o
desprecio que revela que de respeto hay
poco (aunque diga “haced lo que queráis”) y mucho de convencimiento de que “lo
que yo pienso es mejor y vosotras no
entendéis de regalos si no aceptáis mi
propuesta”.
Si hay verdadero respeto y mentalidad abierta,
esto no puede sentarnos mal. Ni qué decir tiene que si tratamos temas más
transcendentales, formas de pensar, ideologías… hemos de ser aún más respetuosos.
Cada uno es libre para actuar como crea que es mejor ya que estamos en una
democracia.
Este es el punto vital, porque si actuamos en consecuencia,
tendremos libertad y personalidad. Seremos cada uno, uno mismo. Si no,
seremos personas débiles, esclavas del
respeto humano, veletas que las mueve cualquier viento de timidez, comodidad o intereses… ¡qué lástima! Perdemos la riqueza propia de esa persona.
Tampoco debemos confundir
personalidad, obrar con libertad, con ser personas que no aceptan consejos de
nadie.
¿Cómo distinguir lo erróneo de lo correcto?
Ciertamente bien podemos hacernos
esta pregunta. Todos estamos expuestos
al error pero puede haber pautas que nos
ayudan, en general, a ver con más claridad:
-Asegurar la escucha, aunque sea
haciéndome fuerza. No tener prisa. Saber
dialogar, esperar a que el otro exponga su idea sin interrumpirle, morderse la
lengua si fuera preciso. No acalorarme, no pretender tener razón porque hablo
más deprisa o más alto, o porque se oyen más mis argumentos que los del otro.
Si atropello, nunca podré ver claro, yo mismo me ciego, me niego la luz. Quizás
la solución me la traía el otro.
Además, si me muestro violento
con el otro cuando habla, demuestro que mi forma de pensar es errónea, pues no
acepta el respeto como criterio.
- Tras una conversación con diversidad
de opiniones, hemos de ser con nuestro interlocutor igual o más amables que antes. Eso demuestra respeto profundo, nunca resentimiento o
prejuicio.
- Los intereses, en general, nos
hacen ver las cosas cambiadas. Acostumbrarnos a desconfiar de ellos. Analizar
si cuando defiendo una idea es por ella misma o porque hay un interés que me
engaña (la comodidad, el tener, ese punto de orgullo que impide desdecirme…).
- LO QUE VEMOS CLARO, HACERLO.
Quizás ésta sea la raíz del problema. Muchas veces sabemos lo que es más
conveniente, pero a fuerza de no hacerlo nos acostumbramos y le quitamos
importancia, incurriendo en el error de manera
consentida y al final actuamos habitualmente mal. Hay una frase que
dice: “Vive como piensas o acabarás pensando como vives”.
Todos delatamos el consumismo, pero si me gusta algo… me lo compro.
Todos delatamos la violencia, pero cuando me interesa, quiero conseguir algo o
me canso… grito, hiero…
A todos nos parece mal la pereza, sobre todo en los hijos que no
quieren colaborar o estudiar , pero yo…
Todos pensamos que es mejor que
no haya tanto fracaso en las familias, pero cuando me toca a mí disculpar,
comprender, dedicar tiempo a los otros…
Si somos sinceros, no debemos reclamar más
lucidez de la que tenemos hasta que no hagamos lo que ya está en nuestra mano para adquirirla.
EL PAÍS DE LAS NUBES: LUNA
Estela: Vamos a ver a Luna. Tal como es, debe estar
estudiando a tope para su examen de mañana.
Alba: Mujer, estudiar medicina no es cualquier
cosa… Siempre ha sido muy constante y estudiosa, con que ahora…
Marisol: Sí, es verdad, hemos
estudiado juntas en el colegio e instituto muchos años y cuantas veces al irla a buscar para jugar, nos decía que no si aún no
había terminado. Por bonito que se lo pintáramos, la respuesta era inamovible: primero
la obligación.
Estela: Claro que luego sacaba
unas notas… y aún le decíamos: ¡qué rostro
tienes, vaya notas!
Alba: Ja,ja… es verdad, como si las
notas fueran una lotería… ¡Ay, qué Luna ésta, siempre tan constante, tan firme…
pero tan simpática y alegre!
Estela: Ya hemos llegado… Mirad,
tiene la ventana abierta. ¡Luna, Luna! ¡Asómate un ratito!
La ventana de Luna estaba casi al
nivel de la calle. Aparece Luna por la ventana y sonríe al ver a sus amigas.
Luna: ¡Hola chicas! Llegáis en
buen momento, llevo mucho rato estudiando y necesito un rato de descanso.
Marisol: ¿Qué tal llevas el
examen? ¿Te falta mucho?
Luna: Voy avanzando, pero esto es
un pozo sin fondo… ¡Hay tantas cosas por aprender! Pero estoy disfrutando, todo
me resulta muy interesante…
Alba: Seguro que ya te lo sabes
todo, anda, sal un ratito a dar una
vuelta con nosotras…
Luna: Uy, chica, no sabes lo que
me falta…
Alba: Veo que no has cambiado…
Luna: Si luego vienes a mi
consulta con un dolor ¿querrás que te sepa diagnosticar bien o no?
Alba: Ah, eso sí, clarooo….
Luna: Ay, pilla, pues por eso
tengo que estudiar. ¡Anda, qué casualidad, aquel señor que pasa por allí es Don
Rayos, el profesor de anatomía, el del examen de mañana…!
Se giran a mirarlo y justo una
fuerte ráfaga de viento azota la calle. Don Rayos se sujeta el abrigo con
fuerza y con el movimiento se le escapa una hoja de la carpeta, que sale
volando sin que se dé ni cuenta… Llega a las chicas, que lo cogen y leen…
¡EXAMEN DE ANATOMÍA!
Marisol: ¡Luna!¡El examen de
mañana!¡Qué suerte!
Luna se queda mirando a sus tres
amigas, que parecen más emocionadas que ella.
Luna: No, chicas, gracias, no lo
quiero.
Alba: Pero, ¿cómo?- mirando
atónita a su amiga.
Luna: No me gusta hacer trampas.
No me gusta ser falsa y engañar haciendo ver que sé lo que en realidad no sé.
Déjalo, es mejor que saque la nota que sea. El examen es para medir cómo vamos
de conocimientos en una materia. Si me sale bien, señal que los domino
¡Estupendo! Si me sale mal, señal que me conviene repasar y estudiar más para
afianzarlos, no vaya a ser que luego tenga mala base para las asignaturas de
otros años. Quiero ser una buena profesional al terminar mis estudios, no ser
un fraude y tener engañados a todos.No quiero acostumbrarme a salir adelante
en la vida con trampas, que luego lo oigo de otros y no me gusta nada, nada…
Estela: Luna, tienes razón… , si
no lo piensa una ¡parece tan inofensivo!
Marisol: Ay, Luna ¡Qué
personalidad tienes! Haces honor a tu nombre, ya que la Luna siempre ayuda a
orientarse.