Queridos
amigos, llegan estas fechas tan deseadas de Navidad. Es un tiempo que suscita
sentimientos entrañables. Todos nos
deseamos felices fiestas y por unos días parece que esta sociedad algo fría se
torna más cálida, nos sentimos más cercanos, más familia. Esto nos hace
sentirnos más a gusto.
Podríamos imaginar (también es tiempo de sueños e
ilusiones) qué sería de este mundo si todos pidiéramos para Reyes un corazón
nuevo, en concreto, un corazón UNIVERSAL.
Un
corazón universal donde cupiera cualquier tipo de persona, independientemente
de su nacionalidad, ideología, incluso de su aspecto físico o capacidades
humanas. Vamos a hablar de esto un poco, pues si nosotros, padres y madres, lo
comprendemos más, sabremos transmitírselo mejor a nuestros hijos, que tanto lo
necesitan ahora en su convivencia escolar
y en el futuro, en su vida social.
Se
habla mucho de la TOLERANCIA, aceptar al otro y respetarlo. Está muy bien. Pero
se queda bastante corto. Dicen que los antiguos arqueros para dar en el
objetivo apuntaban con sus ballestas a un punto más alto que el que querían
alcanzar, porque sabían que la flecha a partir de un momento adoptaría una trayectoria descendente y así vendría a
clavarse en el blanco.
Quizás
así hemos de actuar nosotros. A las personas no sólo hay que “aceptarlas”,
“tolerarlas”, (que suena a cierta resignación), sobrellevarlas como quien lleva
una carga pesada o una circunstancia adversa porque no queda más remedio… No, a
las personas les debemos más, muchísimo más… Les debemos un gran respeto, les
debemos “afecto”. En realidad este “afecto” es un acto de justicia. Hemos de
reconocer que cada persona es una riqueza
para los demás y que todos, aún con limitaciones, tenemos muchas cosas buenas.
Y
este afecto debe ser a todos, incluso a personas con las cuales la prudencia
nos dicte mantener cierta distancia. Este afecto no anula el sentido común. Este afecto no nos hace ciegos a los puntos
negativos de la persona, sino que nos hace mirarla con ojos comprensivos y con
esperanza de que pueda cambiar. Seguro que tiene cualidades aún encubiertas, o
sofocadas por circunstancias de las que ha sido víctima. También es justo
reconocer que a nosotros también nos
tienen que soportar otros y nos gusta que tengan la consideración de
comprendernos y darnos un margen ancho cuando lo hacemos mal. Cuando veamos fallos en los demás, además de
sacar la conclusión de lo “interesante y conveniente” que resultaría que se los
quitara, deduzcamos la de que es igualmente interesante y conveniente que me quite yo los míos.
Así
somos los seres humanos. A veces dignos de
admiración y a veces de lástima. Cada
uno con lo que es y lo que lleva (preocupaciones, inquietudes, problemas…)
andamos por la vida “azotados” por muchos vientos. Somos el resultado de
infinidad de factores: la educación recibida, las circunstancias que nos han
tocado vivir, de nuestro modo de pensar, de nuestro propio carácter e incluso
de nuestro físico… ¿cómo atrevernos a
enjuiciar con menosprecio?
El
tener tolerancia, respeto y afecto a las personas no quiere decir que todo lo
que haga esté bien y sea excusable; que lo tenga que aceptar como posible o
válido. No, ni mucho menos. Nos gustó una vez la declaración de un médico que
decía que hay que luchar contra la enfermedad pero no contra el enfermo. Es
evidente ¿verdad? Pues igual de evidente tendríamos que verlo en el plano de la
forma de pensar de las personas. Hay distintas formas de pensar, ideologías… más
o menos válidas, pero también hay
errores. Si una persona vive en el error, hay que detestar al error, no a la
persona. A la persona hay que quererla y ayudarla a salir del error (obviamente
respetando su libertad, proponiendo amablemente, no imponiendo).También es
verdad que hay muchos niveles de error. Si el error es grave y daña o repercute
en terceros sí que habrá de tomarse medidas. Por ejemplo, si alguien vive en el
error de utilizar la violencia por capricho o como medio para conseguir sus
fines, se habrá de tomar medidas para evitar males mayores. La persona nos ha
de inspirar lástima más que rencor. La violencia como respuesta a la violencia
no es fuente de soluciones, sino de problemas mayores. Sería más eficaz
ayudarle a buscar un camino mejor.
Supongamos
que un niño del colegio muestra actitudes ariscas con el resto de compañeros,
incluso con el nuestro (¡prueba de fuego!). Pensamos que lo ideal es intentar
“ganarnos” su amistad. Más vale tener amigos que enemigos. Quedaremos muy sorprendidos
de los problemas que se resuelven si hacemos por coincidir con él en el parque
y simplemente invitarle a jugar con todos. La mayor parte de las veces estas
actitudes ariscas vienen de una carencia de afecto muy grande. También produce muy buenos resultados
saludarle con cariño cuando nos crucemos con él y mantener un trato natural y
amable (aunque por otro lado, en algunas ocasiones pueda ser interesante evitar
coincidir con él, discretamente, para evitar posibles males).
Es
muy importante saber vivir en este mundo rodeado de personas de mil formas y
colores, que piensen de forma muy distinta. Obviamente todos tenemos unos
criterios que nos convencen y dirigen nuestras actuaciones.
Pero…¿es posible
convivir con personas que tienen una forma de pensar diametralmente opuesta a la nuestra?
Pues
sí. Tengo la suerte de haber visto esto en algunas personas, y es todo un gusto
estar con ellas. Con una de ellas salió una conversación sobre un tema
interesante; nos dimos nuestras razones, nos escuchamos, hasta dudamos de
nuestra versión (ninguna estuvo cerrada a lo nuestro); estuvimos considerando
los pros y contras… a pesar de todo acabamos teniendo opiniones totalmente contrarias;
finalmente la otra persona terminó el tema con una sonrisa diciendo: “Pues sí,
pensamos diferente”.
Me
encantó y dejó admirada su actitud. Así debería ser. Con resolución, con
respeto total, con naturalidad, sin miedo... Cuando el diálogo se basa en estos
principios no hay miedo de nada. La
garantía de la amistad es este profundo respeto probado en las diferencias, más que la unión en las afinidades.
Además, si sólo fuera por afinidad, nuestro círculo de amigos sería muy
reducido. Es mejor ampliarlo, es mejor que todos seamos amigos, es mejor
un corazón universal. Con un corazón
universal, todos nos enriqueceríamos, las diferencias serían ventajas pues
veríamos de forma más completa la realidad, ya que desde mi punto de vista
puedo dejarme ángulos sin ver.
Podríamos
sacar esta fórmula:
“Saber ver, escuchar…, saber reflexionar…,
saber decidir…, saber ser libre y consecuente”
Saber
ver, escuchar: supone ver actuaciones o escuchar opiniones con mentalidad
abierta.
Saber
reflexionar: valorar pros y contras, madurar las ideas, sinceramente, sin
intereses (que tenemos muchos ¿ no es verdad?), sin miedo a encontrar otra
verdad mayor.
Saber
decidir: optar por la verdad que te parece más verdad, más justa, aunque no sea
la más fácil.
Saber
ser libre y consecuente: si una cosa nos parece que es así, seamos consecuentes
en hacerla, sin miedo ni prejuicios; estamos en una democracia ¿no?
Fijémonos
la ventaja que tiene vivir esta fórmula para transmitirla de manera natural a
nuestros hijos. Imaginemos un caso habitual: Cuando nuestros hijos nos piden
comprar algo.
“Ver/escuchar”:
Ven que sus compañeros tienen algún juguete, maquinita o colección… que está de
moda y nos lo piden;
“Reflexionar”:
nos toca dialogar con ellos, pensar si ya han tenido algo parecido hace poco o
no, si no será redundante o excesivo; decirles que en la vida van a tener que
tratar con muchas personas y que cada
uno ha de hacer lo que crea más conveniente, que aunque muchos tengan un
juguete no es obligatorio tenerlo…
“Decidir”:
después de todo lo considerado, decidimos:”sí, es un juguete conveniente” o “no
nos aporta mucho y no vamos a comprarlo”. Si la decisión es conjunta mejor, si
no, la tomamos los padres pues para eso somos los que tenemos uso maduro de
razón y la responsabilidad de formarlos. No podemos dejar en manos de un
inmaduro las decisiones que atañen a su formación.
“Ser
libre y consecuente”: aunque me asalten dudas de:”todos lo tienen”. Lo lógico
es actuar conforme a lo que uno cree mejor. No ser personas veletas que se mueven según sopla el viento o las modas.
Si
actuamos con esta libertad, entenderemos que los demás también la tienen y nos
será más fácil comprender que otras personas actúen de forma distinta a la mía.
Nos será más fácil comprenderlos, respetarlos… con toda naturalidad. Con esta
mentalidad, con este corazón universal,
todos salimos ganando, pues no hay unos contra otros, sino distintas aportaciones, distintas
visiones… sobre las cosas y problemas. Si aplicamos fuerzas en la misma
dirección (progresar, encontrar la mejor solución…) éstas se suman; si tiramos
en direcciones contrarias, se anulan.
Sí,
en estas fechas pidamos a los Reyes un corazón universal. ¡FELIZ NAVIDAD!
ACTIVIDAD NAVIDEÑA:
HACER CON NUESTROS HIJOS UN BELEN SENCILLO Y BONITO
Vamos
a proponeros pasar unas tardes agradables con vuestros hijos, realizando un belén
con materiales que no cuestan dinero: cartones, piedras, palitos y hierbas.
Veréis también como la imaginación se dispara y sois más artistas de lo que
pensáis.
Con
una caja de cartón, recortada a gusto, pegamos palitos en el tejado para que
nos quede un tejado original. El mostrador es otra caja más pequeñita, adornada
con un trocito de tela a modo de mantel.
En él ponemos cajitas hechas de papel con distintos alimentos.
Puesto de alfarería:
Con una caja de leche invertida y recortada dejando las cuatro esquinas como columnas. El techo lo cubrimos con un papel de rayas que parezca una lona. Las piezas de alfarería son hechas con barro y los artistas que se luzcan lo que puedan.
Puesto de carnicero:
Es
el extremo de una caja de tetrabricks de leche. Lo hemos desmontado y puesto
del revés para aprovechar el color del cartón. Hemos pintado los ladrillos con
rotulador granate, le hemos puesto una cortina en la puerta y ésta la hemos
decorado con un simulacro de piedra. En
realidad es una masa de harina que se maneja muy bien. Se adorna el tejado con tablitas o cortezas y finalmente le hemos enganchado con encuadernadores una lona en un lateral para que parezca un pequeño toldo.
Receta de masa de
harina: 2
vasitos de harina, 1 vasito de sal y 1 vasito de agua. Se amasa bien y queda
como una masa de plastilina blandita.
Le
damos forma de piedra o ladrillo y la ponemos sobre el cartón. Se queda pegado
y no necesita ni pegamento. Con las horas se va endureciendo, puede tardar
varios días en acabar de secarse. Puede hacerse lo que queráis, nosotros
hicimos un pozo (se ve a la izquierda del puesto de alimentos), un corral y un lavadero.
Los ladrillos son muy fáciles de hacer, no se necesita ser muy habilidosos. Podéis pincharle palitos, pues la masa es blanda y cuando endurece quedan colocados. También se pueden hacer vallas con palitos y cuerdas.
Lavadero:
Con una caja pequeña de zapatos, le doblamos hacia el interior un trocito de los cuatro laterales y allí pegamos losas hechas con la masa de sal. También las piedras que rodean el frontal de la fuente son de la masa de sal. El caño es un boli transparente.
Huerto:
También
se pueden atar palitos para hacer unas vallas, y adornar todo con piedras,
tierra y pequeñas hierbecitas. Hasta podemos hacer un pequeño huerto con
tomateras y hortalizas de plastilina.
Oasis y palmeras:
Es
fácil hacer un oasis con palmeras y arena. Las hojas de las palmeras se hacen
con tres trocitos de cartulina. Cada cuadradito de cartulina lo doblamos por
las dos diagonales. Les cortamos un piquito como indicamos en la foto y luego a
cortar finito para que parezcan las hojas de palmera. Luego las ponemos
atravesadas en un palo. ¡Ah! No os olvidéis de los cocos, son cereales de
chocolate.