lunes, 8 de febrero de 2016

VIAJANDO POR EUROPA: BULGARIA. Ser reflexivos.


Siguiendo la programación temática de VIAJANDO POR EUROPA 
os presentamos un nuevo país: Bulgaria, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.

Hoja Bulgaria

EL PRÍNCIPE Y EL HALCÓN.

Boris era un joven príncipe al que le gustaba mucho ir de cacería.  Con frecuencia se reunía con otros condes y caballeros que compartían la misma afición.

Una mañana de verano, como tantas veces, un pequeño grupo se dio encuentro en lo alto de un cerro, desde donde solían empezar la expedición. Los jóvenes cazadores llenaron el monte de sus alegres saludos y risas. Tras un primer momento de amena conversación, empezaron a adentrarse en el bosque.

Todos tenían magníficos perros, bien amaestrados, pero el ayudante más preciado del príncipe era un halcón sacre, que siempre llevaba al hombro. Éste se alzaba en vuelo de tanto en tanto, y desde arriba descubría las posibles presas. Cuando el ave realizaba un vuelo circular, nuestros cazadores sabían que la presa estaba cerca.

Sin embargo, ese día parecía ser  que todos los animales se hubieran escondido, quizás por el fuerte calor. Por más que anduvieron, ni los perros ni el halcón daban muestras de encontrar nada. Pararon a comer y  bebieron largamente.
Por la tarde parecía que todo seguía igual, y como el calor persistía, las municiones de agua llegaron a su fin. Entonces decidieron todos volver a sus castillos, dejando la  cacería para otra ocasión. Al llegar  a una encrucijada del camino, cada comitiva tomó su dirección. Nuestro príncipe, con sus criados, decidió seguir por un sendero en el que recordaba haber visto alguna vez una  pequeña fuente. El halcón salió volando y desapareció en el cielo. El príncipe sabía que su fiel ave no tardaría mucho en volver a su hombro. Siguieron caminando y tras  varios rodeos, dieron  con la fuente.  Apenas tenía un hilillo de agua.

Boris bajó de su caballo y cogiendo un vaso de plata de su zurrón, empezó a llenarlo. Estaba sediento, pero esperó pacientemente a que se llenara el pequeño vaso. Cuando se disponía a llevárselo a la boca, un fuerte zumbido cruzó el aire y tiró el vaso al suelo. El príncipe se sobresaltó  y al alzar los ojos vio a su halcón remontar el vuelo. Se sintió muy contrariado ¡Tenía tanta sed! ¿Se habría vuelto loco el halcón?

Volvió a recoger el vaso y de nuevo se puso a llenarlo. Cuando al fin lo tuvo lleno y fue a acercarlo  a sus labios, el halcón se precipitó  sobre el vaso arrojando de nuevo el agua al suelo. Boris se enfureció verdaderamente, lanzando una maldición sobre el animal.

Por tercera vez llenó el vaso y miró  desconfiadamente a su alrededor. Esta vez desenvainó su espada,  no vio al halcón y de nuevo intentó beber. Al instante el ave  descendió velozmente desde una rama y cayó en picado sobre el vaso; pero esta vez, Boris, fuera de sí, dio un certero sablazo sobre el halcón, que cayó muerto a  sus pies.

Al hacer esto el vaso cayó rodando hasta unas grietas donde  se perdió definitivamente. Entonces, el príncipe, todavía encolerizado, trepó a la roca por la que caía el hilillo de agua, esperando que allí, el manantial ofreciera  más fácilmente la ansiada agua. Efectivamente, sobre la roca, había un pequeñísimo remanso de agua, donde…  yacía muerta una venenosísima serpiente.

En ése mismo instante Boris comprendió que su fiel halcón había estado intentando salvarle la vida, pues las aguas estaban contaminadas mortalmente. Cerró los ojos y dio un profundo suspiro. Permaneció así, inmóvil, unos instantes.

Descendió de la roca, y con sumo cuidado, recogió al halcón con profundo respeto y  emoción y lo metió en su zurrón.


Boris aprendió una lección ese día que nunca más olvidó: En momentos de tensión, es preferible esperar y pensar antes de actuar.

jueves, 21 de enero de 2016

VIAJANDO POR EUROPA:ESPAÑA. La sociabilidad.


Siguiendo la programación temática de VIAJANDO POR EUROPA 
os presentamos un nuevo país: España, con su cuento y la hoja del dibujo correspondiente.

Hoja España

HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE.

Daniel tenía 10 años cuando se tuvo que ir a vivir a Inglaterra. La empresa donde trabajaba su padre,   le había destinado  allí  durante tres años.  Toda la familia  se instaló en una pequeña población cercana a Londres.  El primer día de clase estaba algo nervioso; también había otro nuevo alumno, Tom, que aunque británico, era del norte. El profesor  presentó  los dos nuevos alumnos al resto de compañeros.

Daniel, afortunadamente, se defendía bastante bien con el inglés, y aunque  no comprendía  todo,  su nivel le permitía entender bastante y  hacerse entender. 
Al cabo de unas semanas Daniel empezó a sentirse bastante a gusto en la clase. Era de carácter abierto, desenfadado, reía a gusto cualquier gracia y solía estar alegre. Aunque ya estaban formados  los grupos de amistades, él se acercaba y preguntaba con naturalidad “¿Puedo jugar?”, así pronto se hizo amigo de todos. Además Daniel se sabía muchos chistes y le gustaba contarlos con lo cual cuando decía  “¿Os cuento un chiste?”  empezaban a arremolinarse en torno a él y se formaba un buen grupo de niños y niñas.  Daniel con sus chistes y sus errores al hablar inglés, producía muchas risas, pero él no se cortaba,  se reía también y seguía.  De esta forma tan sencilla se ganó a todos.

Tom, en cambio, era más callado y a pesar de ser inglés, estaba más retraído. En el patio, se sentaba en un bordillo y desde allí observaba como  los demás jugaban. Ni él se acercaba, ni los demás  a él tampoco. Todos los profesores comentaban entre sí lo curioso del caso, Daniel, siendo extranjero, se había integrado mucho antes que Tom.

Un día, Daniel observó a Tom sentado en el bordillo y le dio pena de verle solo.

-Oye, ¿por qué no te vienes con todos a jugar al fútbol? ¿No te aburres?
-Bueno, sí…
-Pues vente, hombre; ven que se lo vamos a decir a los otros…
- Es que…
-¿Qué?
-Es que yo no sé jugar al fútbol. En mi cole se solía jugar al cricket o al béisbol.
-Anda, que gracia, había oído hablar del cricket pero no tengo ni idea de qué es eso… explícamelo, por favor, que quiero enterarme de qué va…

Daniel se sentó a  su lado y Tom empezó a explicarle. Éste, sintiéndose escuchado con tanto interés se animó a hablar y se fue motivando, su sonrisa  revelaba que este juego le gustaba mucho y lo echaba de menos. Daniel dijo después: ¡oye, está genial! ¿por qué no les decimos mañana a los otros que si jugamos a esto?

Tom se volvió a casa más contento y animado.

Al día siguiente, al llegar la hora del recreo, todo el mundo salió corriendo al patio. Tom no se había alejado mucho del grupo, pero tampoco se animaba a acercarse del todo,  miraba a Daniel a ver que hacía. Daniel sí se acordaba. Se acercó a él y llevándolo al grupo les dijo:

-Chicos, ¿podríamos jugar al cricket? Tom sabe jugar y a mí me gustaría mucho aprenderlo…
-Vale, hace tiempo que no jugamos.

Pasaron todo el recreo jugando y disfrutaron mucho. Tom resultó ser muy buen jugador y a Daniel le pareció muy interesante, aunque cometió muchas torpezas como buen principiante.

Al subir a la clase Daniel le dio las gracias a Tom por enseñarle, y le dijo:
-¿Por eso no  jugabas con nosotros? Pues hombre, hablando se entiende la gente, tenías que haberlo dicho antes, mira que bien nos lo hemos pasado todos. Tú cuando quieras algo dilo y si se puede… pues arreglado el asunto. Al menos eso hago yo.
-Pues sí, tú es que eres más abierto, yo no tanto…
-Ya… pero vale la pena ¿no? Tú inténtalo… también yo te enseñaré a jugar al futbol un poco más y así  jugarás todos los días, los de cricket, cricket y los de fútbol, fútbol…Chico, es bueno participar en todo.
-Vale, lo intentaré.

Y así fue pasando la semana. Tom se ganó la admiración de todos. Esto le dio seguridad y ya se mostró tal cual era. Cuando llegó el turno de jugar al fútbol,  se cortó un poco pero se esforzó, por seguir el consejo de Daniel. Poco a poco fue mejorando y le fue gustando más.

Los profesores los miraban complacidos y con aquellas indebidas generalizaciones, que todos de vez en cuando hacemos, dijeron: Desde luego “los españoles” que sociables y abiertos son.