Queridos padres y madres, las vacaciones quedaron atrás y
ya estamos iniciados en el curso.
Precisamente estos días nos rondaba por la cabeza una idea que, como es
apropiada en esta etapa, queremos compartirla con vosotros. Se trata sólo de
una palabra: Comprometerse. Una palabra que tiene un significado más profundo
de lo que parece. Casi habría que pararse a pensar para ver el alcance que
tiene.
A veces uno encuentra personas “comprometidas” en algo,
entonces es cuando salta la chispa que te cuestiona y admira. No hace mucho nos hizo pensar una de ellas,
en el Ampa de un colegio, donde suele haber muchas. Personas que sin recibir
pago alguno por ese trabajo, sacan
adelante ellas solas la organización de las actividades extraescolares y otras
muchas gestiones que favorecen al colectivo escolar. ¡Cuántas horas de trabajo
extraídas de su tiempo libre y cuantos quebraderos de cabezas, teniendo incluso que soportar críticas pues nunca
llueve a gusto de todos… Todo esto con total desinterés, por el puro deseo de
colaborar un poquito, de ayudar, de intentar que las cosas marchen mejor…
Personas comprometidas, aunque no sean abundantes, hay en
todas partes: obras sociales, benéficas, todo tipo de voluntariados… Les
debemos estar muy agradecidos. Muchas veces gracias a ellas, funcionan las cosas. En el ámbito
escolar están también los profesores, muchos de ellos realmente comprometidos;
cuanto más comprometidos por la educación de los niños, más nos gustan.
Indudablemente una persona verdaderamente comprometida, gusta.
Bueno, ahora nos toca a nosotros, padres y madres.
Podríamos cuestionarnos: ¿y yo? ¿soy un padre, una madre comprometida? Casi por
definición ser padres es ser una persona comprometida con la educación y formación de sus hijos, faltaría más. Pero,
al igual que los funcionarios que ya tienen asegurada la plaza, debemos
revisarnos: ¿cómo va mi compromiso? No debemos acomodarnos, no debe decaer el
interés, ni dejar que domine la rutina, el cansancio y la dejadez.
¿En qué se nota que estamos comprometidos? Cuando una
persona, se apunta a una actividad, quedamos “comprometidos”. Quiere decirse,
que si surgiera otra actividad, invitación, cita posterior se dice: “Lo siento,
no puedo”. Sentimos la responsabilidad
de realizar aquello a lo que inicialmente nos comprometimos. Sólo en el caso de
que la persona o actividad imprevista tenga una importancia o prioridad mayor (contamos
con que somos objetivos y ésta es una de esas cosas en las que se aprecia la
persona responsable), justificaremos la falta.
Realmente, comprometerse lleva implícito una responsabilidad.
De alguna manera se pone a prueba nuestra constancia, nuestra palabra. Cuando
una persona no falta a ella, denota una gran
formalidad. Si con el tiempo esto queda probado, nos fiamos de ella,
gana nuestra total confianza.
Bajo esta óptica y como padres que somos ¿qué tal si nos
comprometemos más con los nuestros? Pueden ser cosas muy sencillas ¿qué tal alguna
de estas propuestas?:
“Este año me comprometo a jugar con los niños los fines
de semana un rato cada día” o “va, este año me comprometo a llegar a casa a las
x horas y echar una manita con los deberes, a ver si después nos queda un pequeño
ratito de descanso juntos” o “los
sábados me comprometo a ir en bici con el chico, que le encanta que vayamos
juntos”. También estaría muy bien, entre
nosotros, padres y madres, algo de este tipo: “¿qué tal si este año nos
comprometemos a que cuando surja algún problemilla o diferencia entre los dos,
lo hablemos con tranquilidad en vez de
acalorarnos y discutir?”
Hay muchas posibilidades, y suelen repartir mucho
contento a todos. En fin ¿no se merecen
los nuestros estos compromisos “reales”
y no virtuales? Si lo hacemos muy bien con clientes, vecinos, amigos… ¿no seremos
capaces de hacerlo con la familia, que es a la que más debemos?
Un compromiso convencido, que sabrá decir “no” con naturalidad
a lo que venga después, pues muchas veces tendrá una prioridad inferior. Si
somos objetivos y sin tantos intereses personales podremos distinguirlo mejor.
A veces nos parece más importante mirar la propaganda, hacer compras, leer un
libro, limpiar… que escuchar a nuestros
hijos y estar con ellos.
La mejor forma de decir a los nuestros cuánto nos
importan y cuánto representan para nosotros es priorizarles en todo aquello en
lo que nos hemos comprometido con
ellos.