El
agradecimiento es un valor que no debemos olvidar. Podríamos definirlo como la
capacidad de valorar y mostrar agrado por todo lo que recibimos de otras
personas, sus servicios, ayudas, cuidados…
Ser
agradecidos supone un cierto grado de sensibilidad, el cual nos permite captar,
“sentir” esa innumerable cantidad de beneficios y atenciones de las que somos
objeto por parte de otros. Realmente recibimos de los demás mucho más de lo que
pensamos.
El
agradecimiento ayuda mucho a la buena convivencia, pues una persona agradecida “cae” bien, predispone a tratarla bien,
mientras que la exigente o desagradecida produce antipatía y hasta un insano deseo de pagar con la misma moneda.
Una sencilla manera de contribuir a que
la sociedad no sea tan fría y distante, es aumentar las muestras de
agradecimiento.
El agradecimiento “al
instante” y el agradecimiento “a la larga”
El
agradecimiento al instante no suele faltar
cuando somos objeto de una atención u obsequio, cuando nos preguntan y
se interesan por nosotros o cuando recibimos un servicio… Estamos prontos a dar
las gracias y enseñarlo así a nuestros hijos. Socialmente es considerado como
un acto básico de educación.
Sin
embargo, el agradecimiento “a la larga”
es mucho más valioso y desgraciadamente no es considerado como tan elemental y necesario. Sería un “tener
memoria” de todos los detalles y beneficios recibidos de una determinada
persona, aunque sea a bulto, y por ellos deberles una muestra de nuestra amistad,
que se ha ganado a pulso, cuando llegue el momento preciso. Dice el refrán: “Los
amigos se muestran en las ocasiones”. Eso es ser verdaderamente agradecidos.
Puede
ocurrir alguna vez que recibamos, por
parte de un amigo o ser querido, unas palabras hirientes (incluso profundamente
hirientes) o fuera de tono, o quizás una actuación poco adecuada, un olvido o
desprecio… Antes de tirar por tierra esta amistad o relación hemos de poner en
práctica este agradecimiento “a la larga”. Hacer memoria de la cantidad de
momentos compartidos, el apoyo, la ayuda… y mostrar que lo valoramos sabiendo,
al menos, esperar. El agradecido está más pronto a la escucha que al rechazo y
la venganza; da una nueva oportunidad, se pone en el lugar del otro e intenta
comprender las razones de aquella actuación. Da oportunidad a un diálogo
sincero, se muestra amigo y sea cual sea el resultado final de la conversación,
es respetuoso y correcto pues no es justo olvidar en un instante tantos bienes
recibidos.
Indudablemente
vemos justo que los hijos sean agradecidos pues reciben TODO de los padres.
Realmente ¡cuánto dan los padres! Bien lo sabemos ahora que lo somos, toda la
vida orientada a su crecimiento y formación. Seamos agradecidos con nuestros padres
y nuestros hijos lo aprenderán sin necesidad de muchas palabras.
Seamos
agradecidos con todos y ganaremos en calidad humana.
EL PAÍS DE LAS
NUBES: METEORITO
Meteorito
y Cometa siempre habían sido amigos, aunque este último curso, como habían
cambiado de compañeros, habían hecho nuevos, de manera que Meteorito solía
estar más con Sol. Cometa con otros. En el patio solían juntarse todos a jugar
al fútbol, a pillar, a cambiar cromos… Justamente ahora estaban con una
colección.
Cometa
era muy bueno en los deportes y esto hacía que le gustara ganar. Por esta razón
a menudo se enfadaba. Así ocurrió un día que Cometa iba directo con el balón a
meter gol. Meteorito, que estaba en el equipo contrario, quiso impedirlo y al
regatear con Cometa le hizo, sin querer, una zancadilla. Cometa cayó al suelo y
viendo perdido el gol, y sintiendo el dolor de la pierna, explotó malhumorado
insultando a Meteorito. Aunque Meteorito le pidió perdón, Cometa siguió muy
enfadado.
Al
día siguiente al hacer equipos, Cometa aún estaba enojado: “No cojáis a
Meteorito que es más torpe que un pato”. Esto, indudablemente, dolió a Meteorito,
pero se calló. Y aún más le dolió escuchar repetidas veces el apodo “patoso”
todo el día; hasta lo decían otros compañeros.
Por
la tarde, a la salida del colegio, un niño de otra clase empezó a intercambiar
cromos con Meteorito. En un momento dado, Meteorito reconoció los dos cromos
que le faltaban a Cometa para terminar la colección.
-¡Eh!¡Espera!-
dijo Meteorito. En un segundo pensó en
Cometa, pensó en vengarse no diciéndole nada, pero también vio la oportunidad
de volver a ser amigo de su amigo y reaccionó- ¡Espera!- Alzó los ojos y vio a
Cometa jugando en una zona del patio.- ¡¡Cometa!!...¡¡Cometa!!...¡Corre, los
cromos que te faltan!
Cometa
paró su juego, y al comprender el mensaje, corrió hacia allá. A pesar de seguir
enfadado con Meteorito, aquello le interesaba.
-¡¡Mira
Cometa, los dos cromos que te faltan!!
-¡Uauu!-
dijo Cometa no pudiendo evitar una radiante sonrisa- ¡te los cambio! – dijo
dirigiéndose al chico y sacó rápidamente del bolsillo sus cromos.
-
Por cinco- dijo el otro, viendo tanto
interés.
-
Vale-
-
No, no …Sí, no, no… sí
Al
finalizar sólo habían encontrado tres para cambiar.
-Lo
siento, no te los cambio…-dijo el chico haciéndose el interesante.
-
Por favor, ¡Por favor!- suplicó Cometa viendo perdida la oportunidad.
Entonces
Meteorito sacó los suyos y dijo:
-Espera,
mira a ver en los míos también…
-No,
no …sí, no,no… ¡Sí! Vale, tomad- dijo el chico y se marchó.
Cometa
quedó un poco confundido, pero aquello le llegó al alma.
-Gracias,
Meteorito, de verdad… Por favor…Perdona lo mal que me he portado contigo desde
ayer…
-¡Bah!
No importa, ya se sabe que todos tenemos malos momentos ¿no somos amigos? Pues si
un amigo no sabe esperar ¿quién lo hará?
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