miércoles, 13 de febrero de 2013

EDUCAR EL OPTIMISMO. EL PAÍS DE LAS NUBES: ARCO IRIS




Ya sabemos todos que la vida se hace dura en ciertos momentos, por eso es bueno saber ver las cosas por el lado positivo. Alguno dirá que es una actitud ingenua y poco realista, pero no es verdad. Todas las cosas tienen inconvenientes y ventajas, y es justo reconocer estas últimas. El pesimista ve primero y principalmente la parte negativa, como consecuencia, queda atrapado por la desesperanza; el optimista intenta ver la parte positiva y como consecuencia, ve siempre una posibilidad y su ánimo le capacita para dar con la mejor solución posible.
Las cosas son como son, pero se llevan mejor si sabemos descubrir y valorar el bien que hay en ellas. Ya lo dice el refrán: “No hay mal que por bien no venga”.
Si vivimos en esta actitud la sabremos comunicar a nuestros hijos. Si un día teníamos planeado ir al parque y se pone a llover es el día indicado para enseñarles que no pasa nada, que hay muchas otras posibilidades en casa, quizás hacer un pastel, jugar al caliente-frio para encontrar un objeto escondido, o alguna actividad de mesa: una manualidad, un juego de parchís o tres en raya…  A veces esto une más a los hijos que sentarnos en el parque y vigilarlos desde el banco.
O si llegamos tarde al cole, puede ser la ocasión de que comprendan las consecuencias de no levantarse ligeros, mejor que cuando se lo explicamos todos los días reprochando machaconamente su lentitud.
Incluso desgracias más serias tienen una parte beneficiosa: nos hacen más sensibles, más humanos  y nos ayudan a recapacitar en lo verdaderamente importante de la vida, en lo afortunados que somos  casi todos los días, sin valorarlo.
Si toda la vida nos fuera bien, quizás nos volveríamos insufribles, ligeros y superficiales. Nos sería muy difícil poder comprender  a los demás cuando éstos lo pasan mal.
En algunos momentos de nuestra vida, podemos sentir la tentación del desánimo, sobre todo cuando se oyen noticias  desastrosas con frecuencia o cuando uno ve el talante que van tomando las generaciones y la sociedad… También hemos de ser optimistas, pues igual que es cierto que existe una corriente creciente de mal, que hace mucho daño (explotación y violencias de todo tipo, guerras, intolerancia a las distintas ideologías…), también es igualmente cierto  que hay otra corriente creciente de bien (todas aquellas personas solidarias que trabajan por un mundo más justo y mejor) que hace mucho bien y mucho más bien -porque el bien siempre será la única y verdadera solución-. Seremos “forzosamente” optimistas si  entramos a formar parte de esta corriente de bien, procurando defenderla y acrecentarla, por supuesto con nuestra forma de actuar.

Además de esto, hay otro punto importante: Nuestro entorno cambia totalmente de color si  somos optimistas o pesimistas. ¡Qué desagradable es convivir con una persona que llena el ambiente de protestas y lamentaciones! Las quejas son un elemento extremadamente  “contaminante” del ambiente, hasta hacerse verdaderamente dañino para todo aquel que tiene la desgracia de tener que respirarlo.
En ocasiones, las quejas  delatan nuestra falta de entereza y madurez, pues  si somos sinceros, hemos de reconocer que a veces nos quejamos de cualquier cosa y otras que nos ahogamos en un vaso de agua.
Sin embargo, qué agradable una persona que quita hierro a los problemas, relativiza las cosas, da un margen a los errores ajenos, encuentra siempre una salida, sabe relajar el ambiente tenso con una sonrisa o palabra de ánimo…
Pensemos esto unos momentos, dediquémosle un tiempo… deseemos ser personas positivas.  Merece la pena.
En la educación, también hemos de ser optimistas. Los niños tienen su proceso, hemos de ver con naturalidad sus etapas de inmadurez. Aunque no nos parezca ver muchos frutos, no dejemos de sembrar. Ahí está la base realista del optimista, sabe que no hay descanso. Tampoco podemos engañarnos y llamar sembrar a cualquier cosa (por ejemplo, el típico: “ya se lo he dicho 1000 veces”; eso no es sembrar, es aburrir).
Ser padres optimistas no es lo mismo que ser padres idealistas o confiados. Los padres optimistas captan la realidad y actúan siempre sin desanimarse, con una firme convicción de que los hijos acabarán gustando y actuando según los valores y criterios que se les han ido inculcando. De hecho, éste  es el resultado natural del proceso de la educación.
Si educamos, tenemos razones fundadas para esperar, para ser optimistas.


EL PAÍS DE LAS NUBES: ARCO IRIS

Arco Iris es otra duendecilla del País de las Nubes. ¿Hay algo más alegre que los colores? No ¿verdad? Por eso nada más alegre que el Arco Iris, que son unos rayitos de colores, todos pegaditos…. Si combinas los colores del arco iris se pueden obtener todos los colores del mundo ¡qué precioso!

Pues bien, esta duendecilla era tan alegre y animada que tuvieron que llamarla así: Arco Iris. Las cosas se ven de otra forma cuando estás con Arco Iris, para ella todo es positivo, todo provechoso. Cuando su madre la llama por la mañana, se despierta con una sonrisa:
-¡Buenos días, mamá! Uy, parece que hoy hace  un día muy bueno…

Lo mejor es que contesta con la misma alegría si la llamas a jugar que si la llamas a trabajar. Todo le parece bien, lo toma con garbo y lo hace con esmero. Así, sus hermanos prefieren hacer el trabajo con ella, les resulta más ligero y divertido. 

En el cole, toca tema nuevo. Su amiga Nieves la observa y se da cuenta que hojea el tema con atención. Al cabo de un rato la oye decir: - Oye, qué tema tan interesante…                                                                   
 Nieves, aunque algo escéptica, mira el libro con otros ojos y piensa – quizás no sea tan rollo como yo pensaba…
Después de acabar la clase de mates, el profe ha puesto muchos problemas para casa y Boreal se  queja:  -¡Rayos, cuántos deberes!

Arco Iris se encoge de hombros: -sí, tienes razón, pero mi hermano dice que es muy importante que practiquemos mucho las mates porque si no después nos va a ir muy mal…o sea que…

Ya en casa, su hermanita pequeña se pone a llorar porque ha perdido un anillo que le ha regalado su amiguita del cole. Arco Iris le dice: - No te preocupes, los anillos no tienen patas, no debe andar muy lejos. Vamos a barrer el salón y seguro que lo encontramos…
Después de barrer encontraron el anillo, que estaba bajo el sofá, también tres colores y un sacapuntas. - ¿Ves que bien?- dice Arco Iris- encima hemos encontrado más cosas y mamá estará contenta de que le hayamos barrido el salón.

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