sábado, 3 de abril de 2010

PROGRAMA DE EDUCACION EN VALORES A TRAVES DE CUENTOS.


Como en el anterior texto resaltábamos la idea de educar con amabilidad y simpatía, queremos aportar un material que pueda ayudar a esto.
Es vital educar, como personas que somos hemos de hacerlo con respeto; como padres hemos de hacerlo con cariño y como niños que son, hemos de hacerlo con juegos, de forma divertida.

Los maestros en el colegio programan los contenidos que quieren conseguir en el curso. Se planifican, piensan con detenimiento los ejercicios y tiempo que necesitan para lograr sus objetivos y luego se ponen a trabajar. Para enseñar a leer, por ejemplo, a parte de saber las letras y entender la dinámica de la lectura, hacen falta muchas, muchas horas de lectura. Es básico el trabajo personal. De la misma manera, para enseñar a sumar, no bastan unas explicaciones, si no que hay que realizar muchas sumas, y durante mucho tiempo (varios cursos incluso); y ningún profesor se extraña de que, aunque lo hayan entendido, se equivoquen con frecuencia. Saben que necesitan práctica y más tiempo hasta dominarlas.

Adquirir los valores necesita un proceso similar. No bastan ser explicados y entendidos (eso puede ser inmediato), hay que trabajarlos, practicarlos y repetirlos para que se conviertan en hábitos. Decidme sino: cuando en la educación se nos recomienda a nosotros, a los padres: "No gritéis a los niños, tened paciencia", ¿verdad que lo entendemos? Sin embargo... (mejor corramos un tupido velo). Por el contrario, cuando educamos queremos que los niños aprendan y adquieran todos los buenos hábitos y valores a la vez y de inmediato. El día se convierte en una lluvia de correcciones, avisos y reproches. Esto nos cansa a nosotros y agobia a los hijos de tal manera que para poder vivir "sin hundirse" cierran inconscientemente sus oidos y se aislan en su mundo. Así, nuestras palabras se convierten en discursos inútiles. Ante este panorama los padres optamos por alzar la voz y aumentar las amenazas hasta conseguir en ellos una reacción. ¿No nos pasa esto?

Quizás sería más eficaz y más llevadero para todos proceder del otro modo, siguiendo una programación. Observar a nuestros hijos, ver qué puntos son los más necesarios de trabajar (ya sabemos que cada niño es un mundo), después planificar un poco y priorizar. Escogido un valor, lo trabajaremos con constancia una temporada. Los otros puntos, de momento, los pasamos a un segundo plano. No es que no se puedan pedir, pero siempre teniendo en cuenta que no agobiemos demasiado, pues en ese caso es mejor hacernos un poco los despistados (siempre y cuando no sea grave).

Podríamos trabajar el valor durante un mes. En un tiempo menor quizás al niño no le da tiempo a interiorizarlo y por tanto a adquirir el hábito. Y otro dato: a veces somos los padres los que no logramos acordarnos, con tantas cosas como llevamos en nuestra cabeza. Así nos da tiempo a todos a concienciarnos de él.
Esto es vital, porque no vale decirle al niño: "este mes trabajaremos el orden, así que ya sabes lo que tienes que hacer: recoger tus cosas y tener la habitación en orden ", y después, no acordarnos más, nosotros padres, de este propósito. La responsabilidad de la educación cae sobre nosotros, no la podemos poner como un fardo pesado sobres sus espaldas y que tiren de ella. Somos nosotros los que "tenemos" el propósito. Si los padres hablamos diariamente y revisamos este punto veremos avances muy sorprendentes.

Podríamos seguir el siguiente esquema:
  1. PROPONER EL TEMA
  2. CADA SEMANA: UN CUENTO
  3. CADA DÍA: REVISIÓN PERSONAL CON EL NIÑO
  4. FIN DE MES: EVALUAR COMO NOS FUE EL JUEGO

1. PROPONER EL TEMA


Nos reunimos todos y les decimos que nos va a ir de perlas el ser, por ejemplo, más serviciales y trabajadores. Hablamos sobre el valor (ya os iremos dando pistas para enfocarlo a los niños) y como es tan positivo, nos lo vamos a proponer todos. Les diremos que será divertido porque vamos a hacer, durante el mes, un pequeño juego.



2. CADA SEMANA: UN CUENTO

Cada semana podemos reunirnos toda la familia (se puede fijar día y hora para que no se nos pase). Les contamos un cuento sobre ese valor (ya os iremos dando, mes a mes, un valor y unos cuentos, por si os sirven. Cualquiera que os inventéis o encontréis sirve, aunque sean muy sencillos).
Después les preguntamos qué es lo que más les ha gustado y porqué. Se trata de hacerles pensar. Si les enseñamos a pensar y a razonar tendremos personas. Pensar, en este caso, las ventajas de ese valor, el porqué, qué nos aporta y por qué mejora nuestra persona, nuestras relaciones con los demás; y qué perdemos cuando no lo tenemos.
Hacerles pensar que igual que la calidad tiene un coste, también la calidad de nuestra personalidad tiene un coste: el esfuerzo. Así, si nos parece que ese valor cuesta conseguirlo no será un inconveniente, sino una garantía. Mejor aún. Ojalá nos convenzamos todos: ellos y nosotros, porque el que admira algo, lucha por conseguirlo.



3. CADA DÍA : UN PEQUEÑO REPASO

Cada día , antes de acostarse, podemos sacar la libretita donde vayamos anotando nuestros cuentos, juegos y propósitos. Revisamos cómo nos hemos portado hoy sobre el valor. Lo que ha ido bien felicitarlo al por mayor; lo que no, hacerles pensar con cariño que no estuvo bien, a ver si mañana se porta como el personaje del cuento. Si fueran fallos reincidentes tendremos que decirle cómo piensa arreglar aquello. Mejor que piense él la corrección (penalización). Si no sabe, ayudadle, pero no pasárselo. Es el momento del "no consentir".
El cuento sirve para recordarle lo positivo del valor, aunque a veces al practicarlo se nos haga un poco más costoso. ¡Cómo decir la eficacia y la riqueza que se encierra en este ratito de reunión familiar y en el trato individual con cada hijo! Además es una gran ventaja que el niño se acostumbre desde pequeño a hablar con naturalidad con los padres de los temas verdaderamente importantes para su vida. Cuando llegue la adolescencia ya estará muy formado y encontrará muy normal y hasta necesario hablar con nosotros, para suplir la inseguridad propia de esa edad. ¡Y que satisfacción para unos padres!
Nunca pensemos que no sirve de nada dedicarles este tiempo (aunque a veces nos parezca que por uno les entra y por otro les sale). En realidad, estamos poniendo los cimientos. Los cimientos son ocultos y cuanto más hondos mejor. Sin embargo, son los que sostienen todo un edificio. No tengamos prisa en edificar. Tengamos paciencia, son años de hacer buenos cimientos... y cuando pase el tiempo, si éstos son sólidos y profundos, se edifica rápido y ¡muy alto! La labor de los padres es oculta y a veces, poco valorada, pero decisiva. También lo podemos comparar con las raíces de un árbol, están bajo tierra, parece que no existen... sin embargo son las que sostienen y dan vida al árbol.



4. FIN DE MES

¡Tenemos que llegar ¿eh?! Aunque el juego en algún momento haya perdido novedad y parezca que pasen, nosotros lo continuaremos con ánimo hasta el final. Hay que enseñarles que lo que se comienza se acaba. Por regla general ellos son inconstantes (¡recordad que son niños!) y necesitan nuestra constancia. Si nos ven que nosotros estamos ilusionados y lo continuamos, una vez pasen el bache vuelven a engancharse. Nunca supeditemos nuestra constancia a la suya, pues si no, nunca acabaremos nada. Hay que avivar el juego constantemente. El mérito ha de ser más nuestro que de ellos. Hemos de llegar al final con éxito.


Este esquema lo repetiremos cada mes con un valor distinto, cambiando el juego y los cuentos. ¿Empezamos ya? Intentaremos empezar a lo largo de esta semana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario